Aún puedo HIJO

Llévame a la calle, hijo, que aún tengo buenas piernas; a caminar sin rumbo fijo contigo no me sentiré vieja.

Invítame a tu casa, hijo, el Domingo en la mañana; a compartir tu buena mesa y sentirme acompañada.

Háblame con cariño, hijo, no me retes ni te alteres; los viejos somos como niños nos gusta que nos mimen, nos sonrían sin desaire.

Festeja mis ocurrencias, no critiques mis locuras; trataré de ser valiente, aunque surjan amarguras.

No me alejes de tu lado, no me hables con regaño; tengo aún mi mente clara, los recuerdos son de antaño.

Ven a verme cada tanto, que yo no te pediré nada; solamente tu presencia para contemplar tu cara.

No me dejes triste y sola, no me metas a la cama; los doctores se equivocan, el dolor está en el alma.

“La Vida”